Se miraron. Se callaron un momento. Luego, al exponer Pu Ya las razones que le habían llevado a tocar música, Chang Lien se pellizcó la nariz y dijo:
- Todavía estáis lejos de la música. El joven lector y su búfalo no os han acercado a la música. La música no está escondida en los sauces. La música no es el silencio. El sonido de la música es un sonido que no rompe el silencio.
Chang Lien se tocó el anular y dijo:
- De la misma manera, la gota de aceite y las lágrimas ante la muerte de la esposa principal de vuestro padre no os han acercado a la música. La música no es la muerte y si no es la vida, está muy cercana a la vida, está en la vida, en lo que de naciente hay en la vida. Es el primer grito que es el primer sonido, y en este sonido la música no es lo que sigue a la vida sino lo que la precede. ¡La música antecede a la invención de los monosílabos!
Chang Lien mostró el dedo cordial y dijo:
- Por último, el final de la tormenta no os acerca a la música. Vuestro oído es perezoso. La música no es el final de la tormenta, es la tormenta.
Pu Ya no replicó nada a su maestro. Chang Lien se calló unos instantes y prosiguió.
- Mientras hablábais, escuchaba el sonido de vuestra voz. ¿Qué expresan las palabras sino la pretensión y el vacío? ¿Qué expresa la entonación sino la intención y el fondo del corazón? Mientras exponíais las razones que os habían empujado a hacer música, el sonido de vuestra voz se ha alejado de la música. Vuestra voz se ha reafirmado poco a poco. Se ha alejado del temblor y la lágrima y la música. ¿Qué habéis hecho con vuestros instrumentos?
Pu Ya respondió que había recogido los restos, que los había amontonado sobre un cojín de seda y les había sacrificado la parte de buey, la parte de cordero y la parte de cerdo rituales. Añadió que todos los días se recogía ante el sepulcro de sus instrumentos. El rostro de Chang Lien se había vuelto carmesí, y se irritó violentamente con su alumno:
- ¿Qué es eso de rezar ante el sepulcro de vuestros instrumentos? ¡Los instrumentos ya son sepulcros! Tomad, pedid al intendente Fu una ligadura de monedas e id a buscar de mi parte al restaurador. Pedidle una guitarra de tres cuerdas rota y mal que bien arreglada. Pedidle un laúd reventado y mal que bien remendado. Tomad los más simples instrumentos de música y ejercitaos de nuevo con ellos. Recordad el tiempo en que vuestra voz estaba rota. Recordad vuestra voz cuando se quebró por el recuerdo de vuestros instrumentos rotos. Vuestro laúd, de tiempos del nacimiento de los proverbios, es como una cáscara de nuez. Es preciso partirla para comer el fruto. Recordad que en la música el sonido no es el fruto.
La lección de música
Pascal Quignard
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